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Dina: Presidenta con beneficio de la duda

Su paso por el ministerio de las políticas sociales, donde mantuvo buena parte del aparato técnico en casi año y medio de titular del pliego, dan cuenta de una persona que conoce lo importante que es respetar un mínimo de manejo técnico en la gestión pública.

Marco Aurelio Lozano

Publicado: 2022-12-08

La flamante presidenta ha pedido tregua, que no es otra cosa más que pedir tiempo, porque sabe que en breve le empezaran a llover las críticas y los ataques de quienes ayer la aplaudieron en un hemiciclo casi vacío; y con un Presidente del Congreso, quien sin respetar los protocolos, se mandó un discurso autobombástico después que la Presidenta terminó el suyo. Tiempo para armar equipo y trazar una ruta.

Y así como casi nadie conocía al profesor chotano con sombrero que apareció de pronto para disputarle (y ganarle, no olvidemos) la segunda vuelta a la que pudo ser (y no fue) la primera presidenta del Perú, Dina Boluarte tampoco es muy conocida por las grandes mayorías. De nuestra parte, tal vez algo podamos decir al respecto.

Teniendo como pobre antecedente a un Presidente que casi se ufanaba de estar aprendiendo a gobernar, podemos decir que Dina Boluarte por lo menos tiene mejor preparación para el cargo. Ella es parte de una capa de funcionarios públicos de carrera, de mando medio, en instituciones que aun podemos denominar como “islas de eficiencia”. Funcionaria de una oficina zonal de RENIEC por varios años, la nueva presidenta, al parecer se venía desenvolviendo sin mayores sobresaltos en el área legal de una institución bastante técnica y eficiente.

Muchos criticaron que quisiera mantener su nombramiento en RENIEC, previendo que luego de cinco años (o antes) tuviera que dejar el gobierno. Opino que eso habla bien de ella, ya que denotaba que no esperaba vivir de la política. Una profesional que en su momento se dio el tiempo y los ánimos para hacer vida orgánica partidaria, postular sin éxito a la alcaldía de Surquillo, para luego seguir viviendo de su trabajo en el sector público, me parece un perfil interesante.

Su partido siempre fue Perú Libre, del cual luego sería expulsada por el inefable Vladimir Cerrón, ya cuando era titular del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (MIDIS). Podemos decir que ello ya es un "mérito", pero también un presente griego como el apoyo de Waldemar Cerrón (que votó por la vacancia), y como cualquier otro que pueda venir de este congreso desprestigiado. Su paso por el ministerio de las políticas sociales, donde mantuvó buena parte del aparato técnico en casi año y medio de titular del pliego, dan cuenta de una persona que conoce lo importante que es respetar un mínimo de manejo técnico en la gestión pública.

En el evento de cierre de la Semana de la Inclusión Social en el distrito de Comas, la entonces ministra se dio un baño de popularidad recorriendo los estands de la feria de servicios, recibiendo sobre todo el apoyo de las organizaciones de las Ollas Comunes. Ya en el estrado principal, cuando les tocó hablar a las dirigentes de estas organizaciones populares, algunas de ellas bromeaban con decirle "presidenta" en vez de vicepresidenta, entre risas y aplausos. El pueblo es sabio, dicen.

Dina Boluarte en su discurso saludó, en primer lugar, la institucionalidad de un ministerio joven como el MIDIS y mencionó cada uno de sus programas sociales, en un ejercicio de buena memoria y de ordenado pensamiento burocrático indispensable. Luego, dio su reconocimiento a las organizaciones sociales de base, tratando de generar el acercamiento entre dos tipos de liderazgo: el más tradicional y hoy menos visible de los Comedores Populares, y las nuevas y combativas dirigencias de las Ollas Comunes surgidas en la pandemia.

Aun es prematuro prever la ruta política que transitará la nueva presidenta, pero si algo hemos aprendido en los últimos años, es que en estos tiempos de alta inestabilidad los liderazgos se pueden construir desde el cargo. Fue lo que hizo Vizcarra cuando asumió la presidencia sin mayoría en el Congreso. Construyó una aceptación popular desde sus gestos en el gobierno, en la confrontación con el parlamento y luego en un contexto de emergencia. Pero luego fue vacado, al no haber postulado congresistas y no tener bancada luego de la disolución del 2019.

Hoy la estrategia no puede ser la misma, si es que la presidenta quiere cambiar la historia política reciente del Perú. Boluarte entra sin ser parte del partido que la llevó al gobierno junto con Castillo. Ha cosechado relaciones (ni buenas, ni malas, pero relaciones al fin) con organizaciones sociales, sector empresarial, congresistas y funcionarios de carrera en su paso por el MIDIS. Ello la puede ayudar a reconstruir la gestión pública, destruida en parte por el copamiento castillista y cerronista. Pero ello estará sujeto al reto político que enfrenta: Tendrá el frente la demanda del “Que se vayan todos”, y un congreso que se siente ganador y que no quiere irse así nomás. 

Conciliar de manera estratégica y con el apoyo de la gente, las reformas políticas que nos saquen de este círculo de inestabilidad, será su reto en los próximos meses. Partimos de la duda pero sin perder una razonable esperanza.


Escrito por

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