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Alcaldes para la foto

Los pequeños municipios se tendrían que especializar en organizar la demanda, prestar buenos servicios de baja complejidad y dar mantenimiento básico a la infraestructura que su gobierno nacional o regional construya.

Marco Aurelio Lozano

Publicado: 2022-05-20

Ya casi finalizando el evento, el alcalde Samuel Mallma me pregunta por los funcionarios que lo pueden asesorar sobre el saneamiento físico legal del nuevo colegio de su pueblo. Desafortunadamente, ellos no están, se han ido a almorzar luego de una ardua jornada. Le pido al alcalde que espere unos minutos.

-¿Media hora? No puedo, ingeniero. Me deja el bus- me dice agotado.

-Tengo su teléfono. Le mando un mensaje y lo pongo en contacto- le digo.

Después de agradecerme, el señor alcalde de un distrito de las alturas de Andahuaylas se retira sin poder esperar la llegada del Presidente al centro de convenciones. Ha tenido que hacer un viaje de más de 14 horas, para averiguar el estado real de su proyecto de inversión.

Es la realidad de la mayoría de distritos de nuestro país: principalmente rurales, con reducido presupuesto, alejados física y virtualmente de los centros de decisión política y presupuestal, y un limitado aparato administrativo. Cabe recordar que de los 1834 distritos del Perú, 1030 (es decir el 56%) cuentan con menos de 500 viviendas urbanas. Sus minúsculos presupuestos y recursos humanos los convierten en micro unidades de gestión pública muy precaria. Y es muy difícil que eso cambie en el corto plazo.

En el discurso de clausura de este encuentro nacional de alcaldes y alcaldesas (al que no asistieron más de 200 municipalidades), el Presidente dijo identificarse con estas autoridades rurales que “con su mochila a la espalda” vienen a solicitar que se les atienda, razón por la cuál “he pedido a los ministros que los reciban, que les den todas las facilidades”.

Lo cierto es que ningún ministro (salvo el de Ambiente) se dió el tiempo para recorrer los stands de la feria de servicios o los módulos de asistencia técnica. Se hubieran encontrado con varios alcaldes con sus mochilas a cuestas, a menudo solos, o con algunas alcaldesas y regidoras, quienes más bien suelen acompañarse entre ellas. Sin embargo, que el ministro los reciba o que el presidente estreche sus manos, son gestos que sin duda generan emoción y arrancan aplausos, pero no es la transformación de fondo que esperan los pueblos que estas esforzadas autoridades representan.

En otro momento, alcaldes cuyos distritos o provincias forman parte de algún espacio de atención especial como el VRAEM o zonas de frontera, se quejan de que ello no significa mayor diferencia respecto a las condiciones técnicas y burocráticas para gestionar sus obras de saneamiento, electrificación, salud o educación.

El actual sistema de inversión pública no está diseñado para operar en un contexto de extrema precariedad técnica. Como me comenta mi colega del programa de infraestructura educativa, los alcaldes de estos pequeños distritos se encuentran a expensas de consultores que muchas veces los dejan colgados con sus expedientes. “Reciben un adelanto, y desaparecen sin levantar las observaciones que les hacemos”, me dice. La pregunta es si vamos a seguir esperando el necesario pero muy lento desarrollo de capacidades para cerrar las ya famosas brechas de acceso a servicios públicos de calidad.

 ¿Por qué no pensar en licitar grandes paquetes de obra pública para cubrir cuencas o espacios de atención especial, que incluya escuelas, institutos de formación técnica y postas médicas, directamente desde el gobierno central o de los gobiernos regionales como mínimo? Los pequeños municipios se tendrían que especializar en organizar la demanda, prestar buenos servicios de baja complejidad y dar mantenimiento básico a la infraestructura que su gobierno nacional o regional construya.

La verdadera revolución a favor del pueblo no está en los discursos inflamados, ni en pomposas reuniones con ministros y altos funcionarios para la foto que tanto le gusta a alcaldes como a presidente (políticos, al fin), sino en medidas agresivas de gestión pública que permitan a nuestras autoridades locales especializarse en aquello que mejor pueden hacer en su territorio.


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República de Ciudadanos

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