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¡Y jamás podrán matarla! : Maria Elena Moyano, la política

“La revolución es vida nueva, es convencer y luchar por una sociedad justa, digna, solidaria, al lado de las organizaciones creadas por nuestro pueblo, respetando la democracia interna y gestando los nuevos gérmenes de poder del nuevo Perú. Seguiré al lado de mi pueblo, de las mujeres, jóvenes y niños; seguiré luchando por la paz con justicia social"  - Maria Elena Moyano

Patricia Correa Arangoitia

Publicado: 2022-02-15

1992, fue uno de los años más duros para nuestro país: el autogolpe del 5 de abril abrió una etapa oscura para el país. Ese año el hasta entonces Presidente constitucional y democrático de la República, Alberto Fujimori, rompe el orden constitucional, disolviendo el Congreso, instaurando un régimen dictatorial, plagado de corrupción, el mismo que se sostuvo cerca de 10 años. Dos meses antes de este suceso, María Elena Moyano, política peruana y luchadora social, es cruelmente asesinada por la organización terrorista Sendero Luminoso.

Treinta años después del asesinato de esta gran peruana, resulta necesario recordar su rol y aporte a la política peruana, que incluye su militancia partidaria, su activismo social, su labor como funcionaria pública (regidora y teniente alcaldesa), dirigenta del Comité del vaso de leche, fundadora del club de madres “Micaela Bastidas” subsecretaria y luego presidenta de la Federación Popular de Mujeres de Villa El Salvador (FEPOMUVES), cargo en la que fue reelegida en el año 1988. Al año siguiente, fue elegida como teniente alcaldesa de la municipalidad distrital de Villa El Salvador.

María Elena fue ante todo una política en toda la acepción del término, militante de una organización de izquierda, de testimonio y talante democrático. Por un lado, fue defensora de la vida y luchadora tenaz contra las causas que originan las injustas desigualdades y hacen imposible las libertades, y por otro, fue implacable contra aquellos que, a nombre de ciertas ideas trasnochadas, quitan la vida, siembran el terror y destruyen esas mismas libertades. Así es como confrontó las injusticias y libró una batalla contra el terrorismo de Sendero Luminoso y toda forma de autoritarismo.

La Moyano fue consciente de su función y vocación política, enfrentó el terror, con convicción, fe y alegría, elementos con los que supo contrarrestar cualquier miedo, con claridad y de manera directa. Sigue sonando en la vida cotidiana de nuestro pueblo su frase “la revolución no es muerte ni imposición, ni sometimiento, ni fanatismo” frase vigente, frente a todo y todos los que reivindican todavía, treinta años después, el autoritarismo como salida a los problemas de nuestro país.

Es deber recuperar a María Elena en todas sus dimensiones, como mujer, ciudadana, dirigente y política. Ella representa lo que hoy la política necesita: la vocación de servicio, el apasionamiento por las causas nobles, la práctica de la solidaridad y, sobre todo, una radical coherencia de su pensar, actuar y sentir, haciendo de la vida pública y el liderazgo un ejercicio ético, tan necesarios en la patria.

Y si hay una iconografía que resaltar en el sacrificio de esta heroína de la democracia y altos valores republicanos, es esa constante expresión de alegría y esperanza que mana de su inolvidable sonrisa y energía para animar e impulsar, seguir adelante en la construcción de una patria digna, justa, democrática y en constante desarrollo.

Otro aspecto a resaltar es que su acción política la realizó desde el espacio local, pero siempre con la mirada a los problemas nacionales y atenta a los acontecimientos internacionales, que precisamente le dio la militancia y ser parte de una organización política. Siempre en actitud de transformación social, que es algo que María Elena encarnó, con vocación de gobierno, su pueblo la hizo líder, con poder en la palabra, y en sus actos.

María Elena legó al país una práctica política de convicciones coherentes, sacrificando su propia vida. Su lucha demostró que Sendero Luminoso era derrotable, ergo, que la violencia era derrotable en la ruta de construir espacios democráticos sin miedo y a la vez asumió la gestión pública con alegría y esperanza, por eso y mucho más es que María Elena vive y vivirá en la vida e historia del Perú


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