Vigilando el caos
Pretender hacer vigilancia ciudadana en un gobierno que no respeta las instituciones sino que las coopta, las somete, las envilece es pecar de ingenuidad.
Los resultados de la primera vuelta han llevado a muchos peruanos a pasar del desconcierto a la polarización, de la esperanza a la frustración. Tan frustrados y polarizados estamos que los debates políticos pasan rápidamente a ser un intercambio de insultos, adjetivos y estigmatizaciones. Para los votantes de Fuerza Popular, Pedro Castillo es nada menos que un comunista, marxista, leninista, en pocas palabras, un terrorista. Para los votantes de Perú Libre, Keiko Fujimori es vaga, corrupta, mafiosa, vengativa y desestabilizadora. Para un alto porcentaje de electores ambos compiten ya no por ser el “mal menor” sino “el menos peor”. ¿Qué ocurrió para que Castillo y Keiko pasen a segunda vuelta? ¿Cómo fue que llegamos a esta situación?
Según los resultados de la ONPE este año el ausentismo alcanzó el 29.9%, el más alto de los últimos 25 años. Si a esto le agregamos los porcentajes de los votos blancos (12.3) y nulos (6.3) obtenemos un total de 48.5% de electores que indirectamente influyeron en el resultado. Con tan poca diferencia entre Fujimori, López Aliaga y De Soto el resultado hubiera sido diferente si el ausentismo y el voto blanco y nulo hubiera sido inferior. Quizá no estaríamos en el dilema de votar entre el “absolutismo” y el “despelote”. Entonces, queda claro que el ausentismo y el voto blanco y nulo pueden definir una elección por más que se diga que tales votos no favorecen a nadie.
Según la última encuesta de DATUM el porcentaje del ausentismo más el voto blanco y nulo para esta segunda vuelta es de 29.9%. Comparados con los resultados de la primera vuelta (48.5%) hay una disminución de 9%. A sólo tres semanas de la segunda vuelta y con un empate técnico a favor de Keiko, este sector de la población puede influir en el resultado final y, por consiguiente, en la elección del próximo presidente del Perú.
Sin embargo, muchos no están conscientes de eso. Algunos asumen el voto en blanco o nulo como voto de protesta en la creencia de que los ubica en mejor posición para hacer vigilancia ciudadana. Para estos ciudadanos es irrelevante quién sea el ganador, ni cuan peligroso sea poner en riesgo la democracia. Lo que les importa es no manchar su voto o, como eufemísticamente dicen, “no regalar el voto”. Para ellos no existe el dilema del “mal menor” o del “menos peor”, ambos candidatos son igual de corruptos y totalitarios. Entonces, eligen votar en blanco o viciado en la creencia de que es lo democrático. Hasta ahí todo bien, están en su derecho de no votar por ninguno. Pero, ¿hacer campaña por el voto en blanco o viciado? No tiene sentido en esta coyuntura; mucho más ante la evidente campaña del miedo y del terruqueo que se ha desplegado en contra de uno de los candidatos. Pero no es todo, además de hacer este tipo de campaña estos ciudadanos participan activamente en las movilizaciones de “No a Keiko”. En una elección donde hay dos candidatos hacer campaña en contra de uno es hacer campaña a favor del otro. Pero no lo entienden así. Su purismo político, que más que purismo es más bien un dualismo moral, no les permite comprender que aunque los dos candidatos representan un peligro para la democracia y el Estado de derecho, está probado que uno de ellos es más nefasto que el otro; que el voto blanco o viciado favorece al que va primero porque le resta votos al que va segundo. Que si el primero es el más nefasto que el segundo ese voto no contribuye con la democracia, todo lo contrario, profundiza su inestabilidad y la erosiona. Que si Keiko lidera las encuestas estarían influyendo en su triunfo.
Pretender hacer vigilancia ciudadana en un gobierno que no respeta las instituciones sino que las coopta, las somete, las envilece es pecar de ingenuidad. Que duda cabe que el fujimorismo usará a la policía, igual que en los días de Manuel Merino y en la época de Montesinos, para reprimir violentamente todo tipo de protesta. Que impedirá que se hagan denuncias a nivel policial y fiscal por violación a los derechos humanos en las protestas. Qué duda cabe que comprará jueces y perseguirá a los líderes de las protestas. Con una Policía, Fiscalía y Poder Judicial tomados ninguna protesta está garantizada. Pretender hacer vigilancia ciudadana en tales condiciones es hacer vigilancia del caos.
No identificar de qué lado hay que ponerse en esta coyuntura compleja y amarga es carecer de memoria histórica. En esta coyuntura el voto en blanco no es un voto de protesta es petardear al candidato que impedirá que el fujimorismo gane; es coludirse con los desmemoriados para contribuir a instaurar un régimen nefasto para la democracia. Hoy toca defender a la patria primero en las urnas y luego en las calles y a la patria se la defiende impidiendo que el fujimorismo sea gobierno, exigiendo que Cerrón no interfiera en la campaña y apoyando, no a Castillo, sino al pueblo que pone sus esperanzas en él.
(*) Del Blog El Mundo de Marius - https://mariomeche.wordpress.com/