Estimado amigo de derecha:

He demorado varios días para escribirte estas líneas. Pude haberlo hecho luego de conocidos los resultados electorales, pero no me quedaron muchas ganas después de conocer el dilema que una vez más nuestro pueblo enfrentará ante dos opciones políticas, por ninguna de las cuales yo voté, ni aposté.

Pasado el pasmo inicial, y ahorrándome palabras amargas o de recriminación, me atrevo a decirte que después de toda tempestad viene la calma. ¡Y vaya tempestades! Una llegó desde la DIROES y Santa Mónica, y otra desde los Andes, no como la que presagió Valcarcel, sino como la que cada cinco años nos recuerda que algo anda mal en nuestro sacrosanto modelo.

Como a ti, a mí también me sorprendió el resultado. Por un lado, el puñado de votos obtenidos por nuestra candidata, y por otro lado el rápido crecimiento del Profe, en apenas pocos días. Si, yo le digo Profe al que tú seguramente llamas terruco, comunista o ignorante. A tu candidata le digo la China, aunque bien podría llamarla acusada de lavado de activos o hija del reo Fujimori. Como verás, simple descripción de la realidad, ¿no?

Pero este fue solo un lado del pasmo. Porque al igual que tú, amigo de derecha, yo también estuve metido en mi burbuja. Una burbuja dentro de otra burbuja. Un izquierdista progre pensando que ahora sí la hacíamos, porque convencimos a buena parte de nuestro entorno a votar por Vero. No nos dimos cuenta que éramos como un cuerpo extraño incrustado en la ciudad más conservadora y derechista del Perú. Lima, último bastión virreinal de Sudamérica, se acostó el 11 de abril sorprendida y al día siguiente amaneció aterrorizada con los resultados. Y el terror que sientes, amigo de derecha, hizo que ipso facto te echaras a los brazos de tu mal menor. Deberías admitir que la China nunca te cayó del todo mal. No se si sea tu caso, pero seguramente muchos de tus allegados tienen menos de “tres grados de separación” con Keiko; y cuando empezaste a votar, siempre lo hiciste por su padre, y en las municipales, por los candidatos de su padre.

Entiendo que me hayas tratado de convencer de que la economía es muy importante, o mas bien, lo único importante. De repente te volviste más ideológico que yo, tu pata de izquierda, y me sorprendiste con tu discurso marxista. Solo crees en la propiedad de los medios de producción, todo lo demás es “superestructura”.

Te debo decir que yo, al igual que tú, he vivido las consecuencias de un gobierno irresponsable en lo económico. La inflación y la escases de Alan 1 no me fueron ajenas. Sin embargo, a él le diste una segunda oportunidad frente a Ollanta. Le creíste a pesar de sus antecedentes. A Castillo, no le crees cuando dice que no es comunista o que respetará la Constitución. Otra vez te lo digo: ideología total de tu parte.

El profe Castillo ya hizo un compromiso y mientras pasan los días, tu candidata parece no querer hacer lo propio. De repente su orgullo no se lo permite. Te pido entonces, amigo de derecha, que lo hagas tú por ella. El compromiso es de un solo punto: Hazte cargo. Podemos plantearlo así: “Me comprometo con el país y con mi familia (lo segundo es opcional, pero sé lo importante que es para ti hacerlo explícito) a que si mi candidata llega a ser presidenta y convierte su gobierno en autoritario, corrupto o represor, alzaré mi voz de protesta, daré a conocer mi rechazo al régimen, no solo en mi entorno cercano sino también públicamente”. ¿Qué te parece?

Ahora bien, hacerse cargo también supone cambiar algunas cosas relacionadas a tu voto. Cuando evalúes a un candidato, además de auscultar su plan económico (y tal vez ver si te permitirá seguir invirtiendo y generando utilidad), también deberás ver su plan de educación, salud y desarrollo social. Ya sabemos que ni tú ni yo solemos recurrir a los servicios que brinda el Estado, pero sí lo hace un amplio sector de compatriotas, particularmente los más vulnerables. Por eso, nos debería preocupar que estos servicios se brinden con los más altos estándares de calidad, porque eso garantiza derechos. No te preocupes solo porque puedan generar déficit o “despilfarro”, sino que ayuden a generar desarrollo y hacer feliz a la gente.

¿Es mucho pedir interesarse por un plan de gobierno o por la política en general más allá de las elecciones? Bueno ya te dije antes que la política es lo que nos ha tenido jodidos estos últimos cinco años (yo diría que desde antes, pero no apelaré a tu memoria de largo plazo). Pregúntate que aceptación tiene tu candidato fuera de Lima y trata de entender porqué votan como votan, y porqué tu votas como votas… siempre.

Hazte cargo, estimado amigo de derecha. Yo haré lo mismo, aunque tú no me lo pidas.