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LA REPUBLICA

Todo partido político tendrá el candidato que se merece

No nos engañemos, todos los partidos políticos están permanentemente en peligro de ser coaliciones de independientes o frentes de mini partidos.

Marco Aurelio Lozano

Publicado: 2020-10-04

Para los que pretendemos hacer militancia política, el confinamiento y el distanciamiento social han planteado un enorme reto. Al principio con incertidumbre y luego con gran voluntad, desde Nuevo Perú, hemos logrado seguir activando, consensuar pronunciamientos, organizar campañas de incidencia política e incluso hemos llegado a afiliar a 25 mil ciudadanos (as) que apuestan por este proyecto político desde la izquierda. Si bien están pendientes otros aspectos organizativos, haberlo hecho en tan corto tiempo y con las limitaciones que el propio JNE no ha querido aliviar, es desde ya un primer gran logro. 

Sin embargo, lo que viene ahora definirá para Nuevo Perú y otros partidos políticos, de los cuales 24 ya cuentan con inscripción vigente, la oferta electoral que ofrecerán a la ciudadanía en abril del 2021. Todo hemos sido testigos de la llamada “temporada de fichajes electorales”, que no es otra cosa que los rezagos (eso esperamos) de un sistema político partidario que se ha tratado de reformar en los últimos años.

No nos engañemos, todos los partidos políticos están permanentemente en peligro de ser coaliciones de independientes o frentes de mini partidos. Algunos se han resignado a ser una cosa u otra, y otros estamos luchando por mantenernos coherentes con un ideario, respetar las normas partidarias y cumplir con una verdadera carrera política al interior de la organización. En la otra vereda, políticos curtidos o personajes públicos con conocidas aspiraciones presidenciales o congresales deciden afiliarse a un partido, justo a pocos días de vencer el plazo. Algunos, dicen que para trabajar como un militante más. La pregunta es: ¿por qué no lo hicieron antes? Otros, con sinceridad brutal y sin desparpajo, han dicho que entran “para manejar el partido”, lo que solo refleja una débil militancia en busca de un caudillo, como también lo refleja la caricatura de Carlín.

Muchos lamentan esta situación, sin embargo, yo prefiero ver el vaso medio lleno. Hasta hace unos años ni siquiera era necesario que el candidato presidencial y la mayoría de candidatos al congreso fueran militantes del partido por el que postulaban, con lo cual la organización se convertía en una simple franquicia o, para seguir en lo futbolístico, una camiseta más que el crack de turno podía vestir dependiendo de su contratación o no.

Debido a la pandemia, el JNE redujo el tiempo de militancia de los candidatos a seis meses antes de las elecciones, pero inicialmente era de un año. Además, obligatoriamente los precandidatos se someten a algún tipo de democracia interna cada vez más exigente en términos de transparencia y formalidad. De hecho, Guzmán quedó fuera de carrera debido al no cumplimiento de alguna de estas formalidades. Esto no significa que ya no tengamos los denominados “candidatos naturales”, pero ello pasa por la elección que hagan de él o ella sus compañeros de partido.

¿Podemos trasladar la frase de raigambre conservadora “toda nación tiene el gobernante que se merece”, a nuestros actuales partidos políticos? En parte sí, porque cada vez son mayores las herramientas que los organismos electorales le otorgan a militantes y dirigentes de base para elegir (o seleccionar, si cabe) a sus mejores cuadros para postular a los más altos cargos de la nación.

Sin embargo, aun falta que la ciudadanía y la opinión pública en general ejerza un mayor escrutinio al respecto. Además, existen elementos que terminan distorsionando la meritocracia al interior de las propias organizaciones. Uno de ellos sigue siendo el voto preferencial, el cual se seguirá aplicando en las próximas elecciones. Otra vez tendremos el desfile de números peleando entre sí por alcanzar una curul. Sin embargo, su impacto pernicioso se ve reforzado con el 20% de “invitados” que aun pueden disponer las cupulas partidarias.

A candidatos financistas que esperan comprar un lugar en la lista o a figuritas de la televisión o engreídos de las redes sociales (influencers, ¿manyas?), se les ahorra el trabajo político interno, y se les coloca en lugares preferentes de las listas congresales, con la idea de jalar votos. Ello puede beneficiar a toda la lista, pero finalmente nadie asegura que llegado el momento no habrá renuncias intempestivas o interesadas, como ya sucedió en este parlamento.

En todo caso, esta cuota de discrecionalidad para la colocación de candidatos, solo debería aplicarse a aquellos militantes que siendo representativos de un sector del partido (trabajadores, mujeres, comunidades originarias), se ven afectados por condiciones sociales, económicas o de seguridad personal que les impide cumplir con ciertas formalidades internas. Una lideresa indígena ambientalista, que debe mantenerse a buen recaudo porque su vida es amenazada por mafias de mineros ilegales, tendría que ser candidata con mayor preferencia que una figura televisiva que puede hacer militancia en condiciones mucho menos adversas.

En el mediano plazo, los rostros que veremos en las cédulas de votación no solo serán producto de alianzas y acomodos de última hora entre cúpulas partidarias, sino también reflejarán, cada vez mas, lo que sus militantes quieren para el país. Luchemos para que así sea.


Escrito por

República de Ciudadanos

Somos un grupo de ciudadanos y ciudadanas que apostamos por una verdadera República de Ciudadanos (as)


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