Lucha anti corrupción: Fin de temporada
Sin embargo, unos meses después, al hombre que en algún momento le hizo el pare a una Keiko que le quiso marcar la agenda en reuniones secretas, se le escuchó como un manso gatito tratando de negociar el destino laboral de su asistenta y de su esposo.
El presidente Vizcarra, paladín de la lucha anticorrupción, ha sido derrotado. Su batalla se inició en aquel lejano julio del 2018 cuando decidió distanciarse de sus aliados fujimoristas en la operación “K.O. PPK”. El entonces opaco expresidente regional de Moquegua necesitaba enarbolar alguna bandera que le diera identidad frente a la ciudadanía, y esa fue la de enfrentar la imperecedera corrupción en el poder judicial y en el sistema político.
Fue el escándalo de los audios protagonizados por el juez supremo Hinostroza y todo el Consejo Nacional de la Magistratura, donde se popularizó el apelativo Señora K, lo que marcó la pauta de la acción política de Vizcarra. Se dice que todo político exitoso necesita construir una buena narrativa de su paso por el poder, y el presidente ha sido muy hábil para eso. Aprovechó las circunstancias (Cuellos Blancos, Lava Jato) y contó con buenos archienemigos (Keiko, congresistas).
La épica vizcarrista empezó en la convocatoria a referéndum del 2018 y alcanzó su cúspide con la disolución del congreso en el 2019. Fue entonces cuando super Vizcarra dijo “ya tengo el poder” y levantando la espada moralizadora derrotó (supuestamente) al monstro de la avenida Bolívar, que era grande y pisaba fuerte.
Sin embargo, unos meses después, al hombre que en algún momento le hizo el pare a una Keiko que le quiso marcar la agenda en reuniones secretas, se le escuchó como un manso gatito tratando de negociar el destino laboral de su asistenta y de su esposo. Este hecho que puede terminar desconcertando a muchos, ha mellado poco su popularidad, aun con los trágicos resultados de la gestión de la pandemia. Es probable que la gente valore el esfuerzo del presidente, tanto en la reforma política y judicial como en la lucha contra el Covid, pero sabe también lo poco que ha conseguido en ambos frentes.
En efecto, según última encuesta de Datum, para el 33% de la población el principal problema del país es la corrupción, frente a un escaso 16% que piensa que lo es la pandemia y solo un 12% el desempleo. Asimismo, el 62% considera que la corrupción en este gobierno es igual o mayor que en los anteriores. Tal vez nadie realmente creyó que Vizcarra era ese héroe anticorrupción, que pechaba al congreso fujimorista y perseguía a los corruptos, incluso fuera del país.
Caído el guerrero por proteger a su arlequín y tras ser delatado por su patética corte, la bandera anticorrupción habría quedado hecha girones. El boicot al trabajo de Rocío Sánchez, fiscal del caso Cuellos Blancos, y el debilitado protagonismo de los fiscales Pérez y Vela quienes hasta el momento solo han abierto un juicio emblemático (Caso Gasoducto contra Humala y Heredia), hacen temer que efectivamente, medidas como las prisiones preventivas o el cierre del congreso hayan sido solo fuegos artificiales.
Se viene una nueva elección y podría ser una oportunidad para relanzar propuestas e iniciativas para combatir la corrupción en sus diversas formas y desde sus diversos tentáculos. Hay que reconocer que en parte se le ha cerrado la puerta al financiamiento ilegal de partidos políticos, obligándolos a ser mucho más creativos, mas aun en épocas de pandemia, cuando ya no veremos ni mítines, ni grandes presupuestos invertidos en propaganda televisiva privada. También está la prohibición de postular a los sentenciados en primera instancia. Es decir, se ha hecho más difícil que algunas redes corruptas ingresen al Estado a través de agrupaciones políticas. Pero aun es poco o casi nulo lo que se ha hecho dentro de la gestión pública.
La pandemia también ha vuelto a poner en evidencia, como ya ha sucedido antes en situaciones de emergencia, el problema de las compras estatales. Pasó con las mascarillas para la Policía, donde felizmente ya hay altos mandos presos. Sin embargo, estamos a la espera del informe final y definitivo de la Contraloría con relación a las canastas de alimentos que miles de municipios debieron adquirir para sus vecinos más empobrecidos, y que además los partidos con gran presencia en gobiernos locales, como Alianza para el Progreso, Somos Perú o el mismo Acción Popular, sienten una posición respecto a las varias denuncias sobre entregas irregulares en plena emergencia sanitaria. Por otro lado, la fallida compra de tablets de parte del Minedu, por la decisión de implementar un proceso de compra competitiva, nos lleva otra vez al supuesto dilema de contratar transparente o contratar rápido, lo que fácilmente puede desembocar en el terrible “roba pero hace obra”.
Es lamentable que en el proceso electoral más reciente para elegir congresistas, las promesas de lucha contra la impunidad y a favor de la transparencia, hayan quedado como simples clichés de campaña. Pero ello no nos debería llevar a pensar que al electorado no le preocupa la corrupción. Cuando las urgencias de la pandemia arrecian, cuando sea más evidente que el chorreo no ha sido suficiente, la gente estará más atenta de aquellas propuestas que le permitan creer que desde lo más alto del poder se puede evitar que funcionarios y autoridades públicas nos sigan robando.