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Post pandemia: ¿Quién viste al Perú calato?

Después de todo lo vivido y sufrido, cuando en unos pocos meses, volvamos a las urnas (físicas o electrónicas) ¿Cómo habrá afectado la cuarentena y la emergencia sanitaria al elector peruano?

Marco Aurelio Lozano

Publicado: 2020-06-02

Pocos serán los actores políticos que queden en pie después de lo más duro de la pandemia en nuestro país. Frente a esta coyuntura que ha desnudado nuestras falencias e inequidades, mucho del denominado “elenco estable” de los últimos diez años ha mantenido un clamoroso silencio, con un escenario político que ha sido capitalizado mayormente por el presidente Vizcarra (quien no puede reelegirse), y con un congreso que termina desdibujándose por su populismo simplón y su impericia parlamentaria.  

Acuña, Guzmán, Barnechea y Keiko por mencionar solo a los que disputaron las últimas elecciones generales, se mantienen silentes frente a los que votaron por ellos en un ya lejano 2016, lo mismo que ante los militantes de sus partidos, que acaban de participar en las elecciones congresales de enero. Caso distinto es el de Verónika Mendoza, quien ha puesto su capital político (que algunos consideran ínfimo y otros expectante) al servicio de la agenda humanitaria y social de los que peor la están pasando en esta emergencia sanitaria. Sin partido inscrito y sin bancada congresal es encomiable que la ex candidata cusqueña haya tenido una posición explícita desde la izquierda, frente a sectores gran-empresariales más interesados en reiniciar de una vez por todas sus negocios, casi a cualquier costo.

Después de todo lo vivido y sufrido, cuando en unos pocos meses, volvamos a las urnas (físicas o electrónicas) ¿Cómo habrá afectado la cuarentena y la emergencia sanitaria al elector peruano? Una cuestión a considerar es cómo han cambiado las expectativas del ciudadano con relación al Estado. Esperar poco de nuestros partidos políticos es, sin duda, esperar poco también de la acción del Estado y de sus autoridades electas. Por ello, las familias confían más en el colegio privado que en el público, prefieren la clínica al hospital, y eligen pagar al huachiman y evitar a la policía. En muchos compatriotas, la pandemia ha profundizado este terrible desencanto, sobre todo en aquellos que se quedaron esperando el bono (alguno de los tantos) o que al recibirlo resultó insuficiente. Este voto desencantando podría ir hacia las opciones más autoritarias y mas “antisistema”, justamente porque este sistema no respondió en el momento más crítico para la gente.

Sin embargo, habría un sector de “sobrevivientes” que son los que recibieron el bono del gobierno, los que pudieron acceder a un fondo del cual ya se habían olvidado (AFP), o uno mucho más reducido de pequeñas y medianas empresas a las que les goteó algo del fondo dispuesto por el MEF. A ninguno le cambio la vida que llevaban anteriormente pero les permitió llevar un pan a su mesa, aliviar en algo la crisis o simplemente sentirse más seguros con militares patrullando la calle. Muchos de ellos, tal vez por primera vez, sintieron que el Estado, esa entelequia llamada Perú, les daba una solución concreta e inmediata. Y ello puede resultar relevante en la construcción de una nueva narrativa política de cara a las elecciones presidenciales.

Hay que decir que el bienestar temporal de los sobrevivientes, podrían atribuirlo a una figura paternalista, haciendo de Vizcarra una especie de nuevo Fujimori proverbial que viene a salvarnos en medio de una desgracia. Sin embargo, hay que reconocer que el mensaje que transmite gobierno y sociedad es que conviene ser cada vez más parte del sistema, en sus versiones más concretas y visibles: tener una cuenta en alguna entidad financiera (no necesariamente un banco, tal vez una caja de ahorro), contar con algún seguro de salud o algún tipo de ahorro previsional (aunque no sea una AFP), desarrollar pequeñas y medianas empresas adaptadas a la “nueva normalidad” con acceso a crédito, etc. Si esto es así, un mensaje de ciudadanía plena amarrado a servicios públicos eficientes bien podría prender en esta campaña que se viene.

Por otro lado, más que un discurso del Estado mínimo, la derecha peruana ha tratado de vender la idea de un Estado eficiente y ciertamente meritocrático pero sobre todo un Estado que debe dejar de lado aquello que no sabe hacer bien: brindar salud y educación, por ejemplo. Pero es justamente esta supuesta eficiencia (puesta a prueba durante la pandemia) el campo en disputa con los sectores más progresistas y de izquierda, como lo es, creo yo, el del emprendimiento económico (porque también existe el emprendimiento social, aunque no se hable mucho de él). Son una serie de significantes los que en el 2021 vamos a tener que disputar y resignificar, para poder afirmar que desde el Estado también se puede brindar educación de calidad, salud que salva vidas y capacidad para generar riqueza en todos los peruanos (as).

En educación, dado el número importante de estudiantes que se estarían trasladando a la escuela pública, se abre la oportunidad de mostrar que la virtualidad puede ser el factor igualador en la calidad de la enseñanza, y no la brecha que por ahora se observa en zonas rurales. En salud, clínicas y farmacias deben sentir que el Estado tomará las medidas que sean necesarias para garantizar el derecho a la vida de la gente. Y ya es momento que desde la izquierda se cuente con una mirada y una propuesta más elaborada para los micro y pequeños empresarios, del campo y de la ciudad, asumiendo que es necesario un arduo trabajo para promover la asociatividad y la innovación.

La pandemia va dejar mayor pobreza y precariedad entre los sectores que ya lo sufrían, y en una naciente clase media que empezaba a disfrutar de los cantos de sirena del crédito de consumo, aunque sin buena salud y con una educación básica y superior aun precaria. El reto es atraer, con un discurso esperanzador pero realista frente a la crisis, a estos ciudadanos que van a voltear su mirada hacia el Estado, al cual han visto en todas sus miserias pero también en toda su posibilidad de invertir, porque hay recursos, y de garantizar derechos, cuando hay decisión política. Es hora de vestir con un renovado traje al Perú que la pandemia ha dejado calato.


Escrito por

República de Ciudadanos

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