Cuando escuchaba a mis compañeras de universidad (feministas o no), comentar sobre el “rol proveedor del hombre” me imaginaba a un rudo Homo Erectus llevando a rastras un ciervo recién cazado a su cueva, para alimentar a su prole. Ya en facultad, dimensioné las implicancias de esta frase, sobre todo en relación al rol asignado históricamente a la mujer. Desde entonces hablar sobre roles de género ha ido ganando relevancia en nuestra sociedad, hasta el punto de convertirse en un asunto de vida o muerte para miles de mujeres violentadas, y hasta en tema de debate electoral. Hoy, de cara a la última medida de restricción de circulación por sexo dictada por Martin Vizcarra, podemos aprovechar la cuarentena para retomar algunas reflexiones. 

Lo primero que habría que decir es que el denominado rol proveedor masculino no solo ha perdido exclusividad, con la masiva incorporación de las mujeres al mercado laboral, sino que probablemente nunca fue del todo cierto. Porque una cosa es proveer dinero, y otra muy diferente es proveer alimentación, para lo cual no basta con ganar un sueldo, sino que se tiene que ir al mercado, comprar la comida, prepararla y, sobre todo, administrarla con inteligencia. En cualquier caso, y más acorde con los tiempos, debemos decir que hombres y mujeres financian sus hogares, pero sobre todo siguen siendo principalmente las mujeres las que proveen sustento.

Por eso es tan importante el efecto que en el imaginario de las familias puede tener esta cuarentena y mensajes como el que puede dar el Presidente al mediodía, cuando todo el país está atento a lo que dice. Por el momento, las preguntas del periodismo y el morbo de la gente han llevado el debate hacia la supuesta dificultad de aplicar la medida a la población LGTBI. Dentro de lo razonable, el presidente ha sabido transmitir sensatez y tolerancia. Las Fuerzas Armadas no pueden caer en medidas homofóbicas (o transfóbicas, que sería lo aplicable a este caso) y seguro que muchos estarán atentos a que así sea.

Sin embargo, sería una lástima que el debate y la reflexión al interior de cada casa, se quedara en los memes de ocasión. A partir de ciertos estereotipos, como la supuesta inutilidad de los hombres para ir al mercado, es posible que muchos efectivamente entiendan lo que supone ir de compras y hacer que un monto de dinero te alcance, escoger adecuadamente verduras y tubérculos, o simplemente lidiar con gente en el mercado. Y claro, la recomendación es ir al mercado del barrio y no al supermercado de cadena, sino sería muy fácil, ¿no?

Ahora bien, lo que nos han mostrado algunas imágenes en redes sociales pueden llevarnos a una falacia. Al parecer, el primer día femenino (sábado 04 de abril) habría sido más caótico que el día anterior masculino. Colas donde las mujeres le cuidan el sitio a la cuñada o a la tía, aglomeración, gritos y desorden por coger los víveres para el largo encierro del domingo. ¿Es parte de la naturaleza de las mujeres? No lo creo. Una vez más el enfoque de género nos sirve de orientación. Si el rol de la mujer es la de manejar el sustento del hogar (por algo son ellas las que cobran el famoso Bono 380), no resulta extraño que, en medio de nuestra informalidad y desorden, tengan que fajarse por el alimento de los suyos. Estoy seguro que, si a los hombres los ponían a comprar el sábado, varios hubieran terminado a golpes y en la comisaría…y sin haber comprado nada.

Y justamente, otro aspecto relacionado a los roles de género que bien puede convertirse en tema de discusión a la hora del almuerzo en reclusión, es la de compartir las tareas de ese mundo, a veces desconocido, llamado hogar familiar. Absolutamente todos pueden colaborar, sin importar edad o sexo. Claro que habrá peleas, errores garrafales, caras largas a veces, pero esta vez no hay escapatoria. Ahora toca barrer, trapear, refregar sanitarios, pelar, picar, freír y guisar. Y en cada caso, la oportunidad de reconocer lo duro que la tienen muchas mujeres que además de trabajar fuera de casa, ¡oh, sorpresa!, también siguen trabajando cuando regresan.

Finalmente, y ahora que empieza la estrategia de educación a distancia “Aprendo en Casa”, ¿nos comprometeremos los hombres a asumir el reto de acompañar a nuestros hijos e hijas en ese otro mundo misterioso ( y lleno de "peligros") llamado educación infantil?