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Empleos de primera ¿A la primera?

Publicado: 2012-04-30

Marco Aurelio Lozano / Militante Constructor

Estimados ciudadanos y ciudadanas, este 1ro. de mayo los invito a recordar su primera chamba.

Entre mis recuerdos se asoma la breve temporada que colaboré con mi padre en su pequeña oficina – taller metálico y electrónico donde fabricaba equipos de laboratorio clínico entre circuitos integrados, acero inoxidable y facturas por cobrar. También se confunden en mi mente los avatares de mis prácticas pre profesionales en comunidades campesinas, que era casi lo mismo que trabajar por cien soles y un techo en el Cusco, y mis trabajos de verano ya sea como vendedor callejero de artilugios de dudosa efectividad (siempre recordaré el “matamoscas eléctrico”) o como esforzado encuestador para estudios de mercado.

Mi generación ingresó a la PEA en el contexto de un cambio profundo de la realidad laboral del Perú. A partir de los años 90, el modelo fujimorista precarizó el trabajo, especialmente con relación al acceso a cierta estabilidad laboral y a prestaciones de salud en el empleo. Los que rondamos los cuarenta años nos iniciamos como parte de la “Generación SNP” (servicios no personales), siendo el recibo por honorarios nuestra insignia y la famosa “planilla” un recuerdo, casi una leyenda, sobre la que nos han contado nuestros padres o abuelos.

Si bien en los últimos años nuestro país ha experimentado una expansión importante del empleo formal, especialmente en ciudades de la costa, persiste un amplio sector informal de la economía con baja productividad y reducidos salarios, donde las mujeres y los jóvenes que inician su trayectoria laboral son los principales afectados. Solo para poner un ejemplo: la ENAJUV del 2011 nos indica que apenas el 23% de la PEA juvenil accede a un seguro de salud. Así mismo, en un artículo anterior reseñábamos declaraciones del presidente Humala donde se comprometía a acabar con el derecho de piso que muchos jóvenes tenían que sufrir en sus primeros empleos.

La pregunta a plantearnos es: ¿Qué tanto afecta a nuestra trayectoria laboral y profesional, los primeros empleos a los que accedemos? Si bien estamos de acuerdo con que todo ciudadano acceda a un empleo decente desde el saque, me inclinaría a pensar que el principal valor de una primera chamba es la oportunidad de culminar un primer periodo de aprendizaje “teórico” y lanzarnos con todo a la piscina del mundo productivo. Asimismo, habría que evaluar si las modalidades formativas laborales, cuyo último marco legal fue aprobado en el 2005, están cumpliendo el objetivo de interconectar la oferta formativa con la demanda en el mercado de trabajo, especialmente en aquellas carreras técnicas donde predomina la experiencia práctica.

Por otro lado, existe un paso previo fundamental que bien podría ser atendido por los gobiernos regionales y locales: una adecuada orientación vocacional para los jóvenes. Al respecto, resulta interesante la pregunta que plantea Leon Tratemberg en su columna. En un mundo de economía y tecnologías tan dinámicas, donde se estima que los estudiantes de secundaria de hoy cambiarán unas 25 veces de empleo en el futuro, ¿tiene sentido atribuirle a la elección de la primera carrera profesional un carácter tan determinante? Tratemberg sostiene que ya no y que se requieren “actualizar los criterios para orientar a los jóvenes de estos tiempos”, aunque no precisa cuáles son.

Sin duda, una primera experiencia laboral nos dirá en parte que tan bien elegimos nuestra carrera pero es necesario que el Estado, en todos sus niveles, asegure que el potencial de los jóvenes sea plenamente aprovechado por el mercado y al mismo tiempo reconociendo todos sus derechos.


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República de Ciudadanos

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