VOCES (Columna del lunes): La chola Tudela. Un gringo cholo
Carlos Roberto Rivera
Periodista y escritor. Militante de Constructores Perú - Núcleo Arequipa
Hija te cuento, llegando de Miami fui por un cafecito al Starbucks Coffee del Coco Chávez y saliendo se me acerca una muchachita. Pero como sabrás la GCU no hablamos así nomás con extraños. Al menos, creo que a mí se me puede confundir en Miami, Madrid o Buenos Aires, o sea, pucha confusiones así sí atraco, y cuando estas suceden suelto mi inglés con acento de turista norteamericana. Hija, lo que me pasó sí fue horroroso, la chica esta se me arrima con su ropa made in Gamarra. Era pues, o sea pucha, como te diré para no ofender a los oscuritos… ya bueno, era chola. Y yo que leía interesadísima acerca de la última colección de Max Factor en Vogue y de pronto zas, surprise:
Señora, la están esperando.
Yo, bueno, o sea se me revolvió el estomago y dije ¡carajo! Pensé en el minero que dejé plantado en la Rosa Náutica y ni siquiera lo llamé y me mandé a mudar disfrutando de unas semanitas de compras en Orlando. Al vejete este debió irritarle tanto que ahora quiere explicaciones y me manda a su empleada. Se me congeló el cuerpo y tú sabes hija que yo no le tengo miedo a nada. Durante varias semanas estuvo cortejándome hasta que acepté su invitación y mira como lo dejé. Entonces yo me dije para mí, chola piensa un momento, interioriza un poco en la psiquis de un hombre. Busca una salida inteligente, o sea una excusa. Así que hija, preparé mi argumento de defensa, fresca como una lechuga.
Señora –me dice la chica otra vez sacándome de mi elucubración– está un poco flaca. Es buena su dieta, que penita que recién pueda ver a su hijo ¿no?
What? Que dices mamacita –le dije–, yo soy soltera y no estoy flaca caracho.
Pero… ¿usted no es la mamá del Gringo Carl?
O sea yo, pucha, casi exploto. Hija, ¿te imaginas yo entremezclada con la chusmita del folklor? Al toque mi cabecita buscó el nombre del gringo ese. Recordé que la otra vez me quedé conversando con mi empleada Jerónima, quien se carcajeaba a horrores viendo el programa de la mostrito Magaly y recuerdo haber visto allí a ese Gringo Karl compungido y desesperado por el beso que le diera un tal Shaguimán (para más señas, un oxigenado tipo que se alucina reggaetonero) a su amada Flor de no sé donde, Huaraz o Huánuco creo, en impajaritable flirteo caleta.
Hija, los cholos no solo están en los conos y en la sierra, además de la política, sino que ahora son gringos. Vieras como zapatea hija. Los medios están cholificados y dan cuenta de tanto cholo cuambiambero y huaynero que abundan como cancha. No sé tú hija, pero yo me voy de este país y no regreso más. Lo último ya es para morirme o tomarme una caja de Prozac.
La otra vez soñaba de lo lindo que tomaba una copa con Tití Olivares misma Scarlett Johansson y Rebecca Hall en Vicky Cristina Barcelona y se acercaba un tipo alto y yo hija, o sea me mordí los labios para ganarme alguito –aunque sea en sueño– y dije segurito que es mi Javier Barden. De pronto veo su camisa a cuadros y un chullo en la cabeza y nos dice: Mi querer salir con ustedes y divertirnos pour el ciudad; yo pasiar a bellas damas y enseñarlos algunos pasitos de huaynito de mi Florcita de Huaraz.
Hija, te escribo esto de desde el aeropuerto.
Posdata: Sigo soñando con el Gringo Karl. S.O.S.